La frustración que experimentamos cuando nos sentimos explotados, engañados o abusados es el primer mecanismo de defensa de nuestra mente. Si se prolonga en el tiempo nos conduce de forma natural hacia el el rencor, la ira o incluso la venganza.
Pero la experiencia, el hecho de experimentar cada extremo, es la forma que la vida tiene para empujarnos a ser mejor, a dejar el mundo de lo «normal» u «ordinario», ese mundo del que tantas veces has dicho que no quieres formar parte.
Cuando una situación difícil viene a mi vida he de verla como el taller del Universo trabajando en mí y colaborar en mi ascensión.
El centro de toda experiencia es aprender a perdonar; amar y perdonar, no solo a los demás, sino a las situaciones, a mí mismo, a la vida…
Cada situación que he de perdonar, solo es una proyección de un área de mi mismo que tengo que sanar y se me está mostrando para que la trabaje.
No estoy diciendo que hay que dejar que abusen de uno, digo de no guardar rencor y pensar que es una situación para corregir patrones erróneos de mi mente dual.
Cuando perdono me estoy sanando. Cuando perdono estoy eligiendo la forma de pensar de un Ser de Luz en lugar de la forma de pensar del mundo.
Cuando elijo pensar como un Ser de Luz, mi mente se hace más uno con El Todo.